El Gran Maestre de la masonería en Rusia, Andrey Bogdanov,
se ha tomado unas vacaciones en Canaruas durante este mes de enero aprovechando
para mantener encuentros con integrantes de esta organización. Fue recibido en
Tenerife por Óscar de Alfonso, Gran Maestre de la Gran Logia de España. Uno de
los aspectos más curiosos e intrigantes de Bogdanov es que, a la vez que
miembro de la masonería, lo es también del Partido Comunista de Justicia
Social. Y es curioso, porque desde los tiempos de la Internacional Comunista,
cuando vivía Lenin, se situó a los masones comunistas ante la obligación de
elegir con quién estaba su lealtad: con el Partido Comunista de carácter
proletario o con la masonería de carácter pequeño-burgués.
La masonería española es fuerte en Canarias. En aquellas
islas viven entre 400 y 600 miembros de distintas logias, buena parte de ellos
jubilados ingleses que se han establecido en aquellas latitudes. Algunas de las
escisiones que ha sufrido la Gran Logia de España, han tenido su foco de
disidencia en Canarias (como la ya extinta Gran Logia Federal de España que se
separó a finales de los 90 de la masonería regular).
Se da la circunstancia de que hace unos meses, Vladimir
Putin realizó una pequeña estancia en Canarias. Ahora, Bogdanov, está
considerado como un “hombre de confianza” de Putin, a quien considera como un
“ambicioso progresista”. La masonería fue prohibida en la URSS desde los
tiempos de Lenin y solamente volvió a reconstituirse en el país durante el
período de la perestroika de Gorbachov. No se trata de una organización
particularmente fuerte. La única masonería que ha sido autorizada a abrir
logias en Rusia es la Gran Logia Rusa presidida por Bogdanov. Este grupo inició
sus actividades en 1992 y en la actualidad, según declaraciones propias, cuenta
con 800 “iniciados” en Moscú, Vorónezh, San Petersburgo, Vladivostok, Sochi,
Kaliningrado, Krasnodar, Magnitogorsk, Ekaterimburgo y Saransk.
Originalmente, la masonería llegó al país en el año 1731,
cuando la Gran Logia de Inglaterra designó a un militar, el capitán John
Philips, como Gran Maestro Provincial de Rusia y Alemania. Gracias a la
participación de militares extranjeros en los asuntos de Rusia, la masonería
creció mucho en el siglo XVIII en la corte de Catalina la Grande.
La primera logia masónica de la nación se llamaba la Logia
de la Perfecta Unidad, Nº 414 y fue creada en San Petersburgo en 1771. Tanto
así que fue el propio secretario personal de Catalina, Iván Yelagin, quien fue
nombrado primer Gran Maestro Provincial de Rusia. En aquellos tiempos, la masonería en el país
dependía de la égida de la Gran Logia de Inglaterra, que aún hoy tiene logias en
toda Europa, África o el Sudeste Asiático.
Yelagin sería el primero, en 1776, en crear la Gran Logia
Nacional de Rusia, en la que se unían conocimiento masónico europeo con la
tradición de los grados militares derivados de los templarios. A pesar de su avance,
en 1822, el Zar Alejandro la prohibió, como reacción a la amplia participación
de los masones en las guerras napoleónicas.
Tras un siglo XIX tumultuoso, las cosas se complicaron en el XX. A
principios del siglo, unos 15 masones rusos de la órbita de Kerenski que habían
emigrado a Francia se unieron a logias en París, donde entraron en contacto con
la tradición universalista francesa. Principalmente la logia Kosmos y la logia
Monte Sinaí.
A su regreso a Rusia, en 1908 fundaron las logias La Estrella
Polar en San Petersburgo y la logia Regeneración en Moscú. Poco más tarde,
abrirían logias en idioma ruso en Berlín y en París.
A pesar de que muchos masones habían participado activamente
en la reacción contra el autoritarismo de los zares, el IV Congreso Mundial de
la Internacional Comunista, en 1922, declaró que ser masón y ser comunista eran
incompatibles. Incluso Trotsky dijo aquello de que la masonería era “una
ideología de concepción burguesa contraria en sus principios a la dictadura del
proletariado, que tiende a establecer un Estado dentro del Estado".
Las purgas se cobraron la vida de decenas de masones y la
institución, plagada de intelectuales con contactos en Europa Occidental, hubo
de exiliarse en Francia hasta la década de 1990. Como la española, la masonería
rusa nunca dejó de existir. Se exilió en Francia bajo el paraguas de la Gran
Logia Nacional Francesa, en París, hasta que pudo regresar tras la perestroika
y la caída de la URSS.
Hoy en día, la Gran Logia de Rusia, según explica su página
web, es la sucesora de una tradición masónica de 300 años, está reconocida por
los masones de otros 130 países del mundo, y su nivel de influencia social va
en aumento. Las logias rusas trabajan en ruso, en inglés y en francés. Incluso
existe una logia de investigación que se encarga de perfeccionar la formación
masónica de los hermanos rusos.
Todo induce a pensar que Putin había previsto que la
masonería terminaría instalándose en el país y ha optado por facilitar el
ascenso de uno de sus hombres de confianza para dirigirla. Es significativo,
igualmente, que la única masonería autorizada en Rusia haya sido de “obediencia
inglesa” (por lo general conservadoras), negándose el visto bueno a las de
“obediencia francesa” (habitualmente más izquierdistas).
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