> ALAIN DE BENOIST: “EMMANUELE MACRON ES UNA COSITA TEMPERAMENTAL, MANIPULABLE E INCAPAZ DE DECIDIR”
Después
de la primera ronda de las elecciones presidenciales que ha visto clasificarse
a Emmanuel Macron y a Le Pen, recogimos las reacciones de Alain de Benoist.
Breizh-info.com: ¿Qué lecciones ha aprendido de la primera vuelta
de las elecciones presidenciales? ¿En qué difiere de todas las que la
precedieron?
Alain de Benoist: El
hecho capital de estas elecciones, lo que les confiere un carácter histórico
real, no es ni el fenómeno Macron ni la presencia de Marine Le Pen en la
segunda vuelta. Es la derrota total de los dos antiguos grandes partidos de
gobierno, el PS y Les Républicains. Lo había presagiado aquí mismo en febrero,
en un momento en el que nadie parecía advertir que, por primera vez desde que
el jefe de Estado es elegido por el voto popular, ninguno de los dos partidos
que desde hace casi medio siglo han gobernado Francia alternativamente estaría
en la segunda ronda.
En
el pasado, estos dos partidos nunca habían representado entre ellos menos del
45% de los votos (57% en 2007, 55,8% en 2012). Hoy en día, juntos sólo
representan una cuarta parte (19% Fillon, Hamon 6%), menos que Sarkozy en 2007
u Hollande en 2012. Ambos se encuentran en un estado de ruina y al borde de la
implosión. Su descomposición marca el final de la Vª República como la hemos
conocido. Son los grandes perdedores de las elecciones.
Este
trueno sin precedentes no debe sorprender, sin embargo, ya que es perfectamente
coherente con el esquema populista. En todos los países donde el populismo gana
puntos, son los partidos que representan a la antigua clase dominante los que
más sufren. Esto lo vimos en Grecia, España, Austria y en otros lugares. Ahora
es la hora de Francia. Y esto es probablemente sólo el comienzo, ya que sin
duda vamos a dirigirnos ahora a un período de inestabilidad, de crisis
institucional y de gran confusión.
Breizh-info.com ¿Es este el fin del sistema tradicional
izquierda-derecha que conocemos desde hace décadas?
Alain de Benoist: Los
antiguos partidos de gobierno eran también los que usaban la tradicional
división izquierda-derecha. El cursor se desplazaba entonces sobre un plano
horizontal, lo que cansó a los votantes que por añadidura no acaban de ver bien
lo que distingue a la izquierda de la derecha. Macron y Le Pen tienen en común
el surfear sobre este cansancio en relación al “sistema”.
Repito
aquí lo que ya he escrito muchas veces: el viejo eje horizontal correspondiente
a la división izquierda-derecha ha sido sustituido en lo sucesivo por un eje
vertical que opone a los de arriba con los de abajo. El pueblo contra las
élites, la gente contra los poderosos.
Podemos,
por supuesto, preservar a toda costa el par derecha-izquierda, pero entonces
hay que constatar que las clases populares están cada vez más hacia la derecha,
mientras que la burguesía está cada vez más a la izquierda, lo que, de por sí,
constituye una revolución .
Breizh-info.com: Los resultados también parecen confirmar la
fractura entre las ciudades y la “Francia periférica”, pero también entre la
Francia que cuenta con menor número de inmigrantes, que vota a Macron, y la que
cuenta con más, que vota a Le Pen. ¿Qué piensa de ello?
Alain de Benoist:
Creo en efecto que la división Macron-Le Pen cubre en gran medida la oposición
entre la “Francia periférica”, la de las clases populares humilladas, dejadas
de lado, que se sienten con razón víctimas de una exclusión a la vez política,
social y cultural, y la de las metrópolis urbanizadas donde viven los altos
ejecutivos y los “bobos” [burgueses bohemios], las clases poseedoras y la
burguesía intelectual integrada, que se benefician de la mundialización y
aspiran siempre a más “apertura” . De un lado, la Francia que se gana bien la
vida, del otro, la que sufre y la que se inquieta.
Pero
esta oposición espacial, particularmente bien explorada por Christophe Guilluy,
tiene también (y sobre todo) el sentido de una oposición de clase. Comparto
esta opinión, no sólo de Guilluy, sino también de Mathieu Slama, según el cual “la lucha de clases resurge políticamente
gracias a un duelo de segunda ronda que opone al liberal Emmanuel Macron y a la
soberanista Marine Le Pen“.
“Detrás de esta lucha de
clases, añade Slama, se esconde un
enfrentamiento entre dos visiones del mundo: la visión liberal y universalista
que no cree ni en el Estado ni en la nación, y la visión que ahora llamamos
populista o incluso soberanista, que quiere restaurar el Estado, las fronteras
y el sentido de comunidad, frente a los estragos de la mundialización“.
El
error simétrico de la derecha y de la izquierda clásicas siempre ha sido creer
que la política podía extraerse de las cuestiones de clase – la derecha por
alergia al socialismo y al marxismo, la izquierda porque cree que la clase
obrera ha desaparecido y que el pueblo ya no interesa.
Breizh-info.com: ¿Qué representa Macron?
Alain de Benoist: La
morfo-psicología ya nos dice que Emmanuel Macron es una cosita temperamental,
manipulable e incapaz de decisión. Dicen que es un algoritmo, una imagen de
síntesis, un multimillonario de las telecomunicaciones, un flautista programado
para engañar a quienes no ven más allá de sus narices. Es el candidato de la
casta, el candidato de los dominantes y de los poderosos. Es un
liberal-libertario que concibe Francia como una “star up” y sueña solo con la abolición de las fronteras y de los
límites, de las historias y las filiaciones. Es el hombre de la mundialización,
el hombre de los flujos migratorios, el hombre de la precariedad universal. El
jefe de filas de los “progresistas”, en contraposición a los que ya no creen en
el progreso porque han constatado que éste ya no mejora, sino más bien al
contrario, se ensombrece cotidianamente.
En
el pasado, los círculos de negocios apoyaban al candidato que estimaban como el
más apto para defender sus intereses (Alain Juppé a principios de la campaña).
Esta vez, encontraron más fácil presentar uno ellos mismos. Aude Lancelin no
tiene la culpa, en este sentido, de hablar de “golpe CAC 40” [Índice bursátil francés según la capitalización de
los 40 valores más significativos de entre las 100 mayores empresas negociadas
en la Bolsa de París, N.d.T.].
Breizh-info.com: ¿Fracaso de Jean-Luc Mélenchon?
Alain de Benoist:
¡Fracaso muy relativo! Orador incomparable, tribuno verdaderamente vivido,
Jean-Luc Mélenchon es el que, en la forma y en el fondo, hizo la mejor campaña
electoral. En el espacio de algunas semanas, remontó más que ningún otro
candidato en los sondeos, aplastando de paso al pitufo del PS, alcanzando
prácticamente el nivel de Fillon y duplicando su resultado en relación con
2012.
Más
importante aún, estas elecciones presidenciales le dieron la oportunidad de
encarnar un populismo de izquierda que antes de él sólo existía como bosquejo.
Usted posiblemente habrá observado que comenzó a subir en los sondeos desde el
momento en que no habló más de la “izquierda” en su discurso, sino sólo del
“pueblo”. Es un detalle revelador. Añádase a esto que, a diferencia de Hamon o
Duflot, tuvo el coraje de no llamar a votar por Macron. Personalmente, lamento
mucho que no se encuentre en la segunda ronda.
Breizh-info.com: Marine Le Pen, ¿tiene
todavía posibilidades de ganar? ¿Cuáles deben ser los principales ejes de su
campaña? ¿Dónde está su reserva de votos?
Alain de Benoist: Sus
posibilidades en la segunda vuelta son a
priori bastante débiles, ya que todos los sondeos la dan por derrotada. Sus
principales competidores llamaron a votar por Emmanuel Macron, comenzando por
François Fillon (lo que no carece de picante), pero queda por saber si sus
consignas serán seguidas. Las transferencias de votos jamás son automáticas.
Además de los abstencionistas, Marine Le Pen puede esperar recoger al menos un
tercio de los votos de Fillon, más de la mitad de los de Dupont-Aignan, incluso
el 10 o el 15% de los votos de Mélenchon, pero dudo que esto le permita
alcanzar la victoria. El resultado de la segunda vuelta debería ser un 60/40 o
un 55/45 en el mejor de los casos.
Dicho
esto, con el 21,4% de los votos (contra el 17,9% en 2012), Marine Le Pen gana
puntos seriamente, no sólo porque accede a la segunda ronda, sino también
porque reúne cerca de ocho millones de votos (el doble que su padre en 2002),
frente a sólo seis millones en las últimas elecciones regionales. Lo más
importante es que supera al PS y a Les Républicains, lo que pone al FN como
principal fuerza de oposición frente a la futura coalición “progresista” de
Macron.
Digamos,
sin embargo, que su campaña fue bastante desigual. No hay suficiente lirismo,
no hay suficiente emoción: sabe hacerse aplaudir, pero no sabe hacer vibrar. En
su vídeo de campaña, el pueblo estaba ausente por otra parte.
Su
única oportunidad es hacer comprender a la mayoría de los franceses que la
segunda vuelta no será un voto a favor o en contra del Frente Nacional, sino un
referéndum a favor o en contra de la globalización. Haría falta también que
fuera capaz de convencer prioritariamente a los votantes de izquierda de que
sería insensato dar su voto al hombre del desguace social y de la ley El
Khomri, de la dictadura de los accionistas y de la omnipotencia de los mercados
financieros, al portavoz del Capital para quien la política es solo un
instrumento al servicio de intereses privados.
Breizh-info.com: ¿Le sorprende la débil movilización en las
calles contra Marine Le Pen, a diferencia de lo que vimos en el 2002?
Alain de Benoist: No
me sorprende en absoluto. Las elecciones de 2002 no tienen relación con las que
acabamos de vivir. Sólo los diplodocus y los “antifa” no entienden que hemos
cambiado época.
Breizh-info.com: ¿Una observación final?
Alain de Benoist: Si
un guionista hubiera escrito de antemano la historia de esta campaña electoral
tal y como efectivamente se ha celebrado, ningún realizador hubiera encontrado
creíble su escenario. Ella desbarató en efecto todos los pronósticos. François
Hollande ha soñado durante años solicitar un segundo mandato, pero finalmente
tuvo que renunciar a él. Lo dábamos por un fino maniobrero, pero perdió el
control de su propio partido. La derecha consideraba que esta elección era
“imperdible”, y sin embargo la perdió. Las primarias se supone que deberían
reforzar el poder de los partidos y consagrar a los mejor colocados para ganar
(Sarkozy o Juppé, Valls o Montebourg), definitivamente los debilitaron y
seleccionaron sólo a “outsiders“ que no brillaron.
En cuanto al fenómeno Macron, nadie lo imaginaba
posible hasta hace un año. Esto demuestra que en política nada está fijado
nunca con antelación. La historia está siempre abierta.
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