La Comisión Electoral Nacional de la República Democrática
del Congo anunciaba el pasado 10 de enero los resultados provisionales de unas
elecciones que han mantenido a congoleses y a la comunidad internacional
preocupados por miedo a irregularidades y el recrudecimiento de la violencia.
Felix Tshisekedi, líder del tradicional partido opositor, ha sido declarado
ganador provisional. Pero ¿supone esto un nuevo comienzo para un país marcado
por la violencia interétnica, el virus del ébola y la pobreza? Se ha tratado de
un proceso complicado al que se ha llegado por caminos no exentos de polémica y
que, sin duda, revelan los déficits de las democracias africanas y sus riesgos.
En efecto, el 30 de diciembre de 2018 la República
Democrática del Congo (RDC) celebraba unas muy ansiadas elecciones, que se presentaron
como el primer traspaso democrático de poder en el país desde su independencia
de Bélgica en 1960. Oficialmente, el ganador ha sido Felix Tshisekedi, hijo de
un respetado político opositor fallecido en 2017. Pero las elecciones, lejos de
traer estabilidad en el país, han desatado numerosas críticas; las
irregularidades en las elecciones fueron evidentes y todo movimiento parece
orquestado por su presidente, Joseph Kabila, el hijo del antiguo guerrillero
que, en 1965, contó con la ayuda y el apoyo del Ché Guevara llegado de Cuba
para “crear otro Vietnam”. Al cabo de unas semanas de convivir con Kabila y con
sus guerrilleros, el Ché se convenció de que aquello era un error y que allí
había poco que hacer, así que reemprendió su viaje por todo el mundo que le
llevaría, en la etapa siguiente, hasta el sudeste asiático.
Las elecciones deberían haber tenido lugar en 2016, pero la
Comisión Electoral Nacional (CENI) —organismo supuestamente independiente, pero,
en realidad, un títere en mano de Kabila y de sus huestes— anunciaba que tenían
que posponerse por falta de recursos económicos y retrasos en el cuento del
censo. Kabila, que llevaba en el poder desde la muerte de su padre en 2001,
pasaría a gozar —con el apoyo del Tribunal Constitucional— de dos años más de
poder. Cuanto más tiempo pasaba en el poder, más demandaban los congoleños y la
comunidad internacional un cambio.
Así, a principios de 2018, Kabila anunciaba que se comprometía a organizar elecciones democráticas ese año, pero, tras 18 años como presidente, Kabila se resistía a convocar unas elecciones que, estaba seguro, lo apartarían del poder. El 20 de diciembre, la Comisión Electoral reconoció que era incapaz de concluir los preparativos para que este domingo se celebren las elecciones, por lo que anunció su aplazamiento una semana. En las últimas semanas habían estallado violentos incidentes entre partidarios de los veintiún candidatos. Se llegó incluso a la destrucción de papeletas y máquinas de votación en Kinshasa. Incluso se rumoreó que el accidente aéreo en el que murieron siete personas fue provocado porque transportaba material electoral. Pero, dado que los observadores internacionales ya no podían esperar más, la Comisión se vio obligada a celebrar las elecciones el 20 de diciembre.
Los resultados se conocieron el pasado día 10: el opositor
Félix Tshisekedi nagó con más del 38% de los votos. El también opositor Martin
Fayulu, que partía como favorito, acabó en segundo lugar con casi un 35%,
seguido por el oficialista y delfín del presidente Joseph Kabila, Emmanuel
Ramazani Shadary, con un apoyo cercano al 24 %. La participación se ha situado
en el 47,56%, en unos comicios en los que acudieron a las urnas -en un total de
75.781 colegios electorales- más de 18 millones de congoleños.
Los resultados provisionales, sin embargo, no convencieron a
muchos. Un recuento alternativo, elaborado por la influyente Iglesia Católica
del Congo con la ayuda de 40.000 observadores otorga la victoria a Fayulu… Los
partidarios del líder opositor creen que Tshisekedi ha podido pactar con el
actual presidente, Joseph Kabila, en el poder desde hace 18 años. "Esta
proclamación es el resultado de manipular, inventar y fabricar, y los
resultados no tienen nada que ver con la verdad de las encuestas", ha
declarado Fayulu. "Esto es una estafa electoral inimaginable y es probable
que cause un desorden generalizado en todo el territorio nacional", ha
añadido. Los partidarios de Fayulu ya han comenzado a manifestarse en Kisangani
(noreste) y la Policía ha disparado gases lacrimógenos para dispersarles.
“Esto es una estafa electoral inimaginable y es probable que
cause un desorden generalizado“. Francia, a través de su ministro de
Exteriores, Jean Yves Le Drian, ha pedido también "claridad" en los
resultado, porque son "lo contrario de lo que esperábamos".
La victoria de Tshisekedi culmina dos años de atrasos e incertidumbre, desde que Kabila concluyera por ley su segundo y último mandato electoral, anclándose en el poder desde diciembre de 2016. El último aplazamiento, como hemos dicho, tuvo lugar el día 20 de diciembre. Y, así, tras celebrarse las votaciones, la comisión anuló los comicios hasta marzo de 2019 en las circunscripciones de Beni y Butembo (noreste) y de Yumbi (oeste), por el ébola y por la violencia étnica desarrollada entre tribus diversas que dejó sin votar a más de un millón de electores.
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