> LA ALCALDESA, UNA BISEXUAL CATETILLA Y KIM-IL-TORRA EN UNA CIUDAD PARARIZADA


Hace menos de una semana, la alcaldesa de Barcelona, en el curso de la inauguración de un centro feminista se declaraba bisexual. ¡Como si la sexualidad y la intimidad de la alcaldesa debiera importarle a los electores! En realidad, la Colau, a falta de otros méritos y tras cuatro años de gestión catastrófica que han hecho solamente la vida un poco más insorporable a los barceloneses no puede hacer sino imitar a los programas de corazón, transformando su vida privada en negocio, en este caso en campaña electoral. Todo esto no tendría mucha importancia de no ser porque la ciudad de Barcelona -me cuentan- ha amanecido hoy paralizada por las protestas de los taxistas.

Hay que recordar que las declaraciones siguientes realizadas por la alcaldesa de la ciudad tuvieron que ver con Vox, el tema de moda que permite a los progresistas el entonar el “que viene el lobo” del viejo antifascismo de siempre. Sabido es que, en España, a mediados de los años 20, la izquierda ya clamaba contra el fascismo, aun cuando el primer partido fascista iba a tardar todavía mucho en aparecer. Hoy la alcaldesa, ignorante y paleta en todos sus criterios, insiste en la misma asimilación Vox = fascismo… por mucho que la comparación no termine de verse por ningún sitio.


El único refuerzo que ha tenido estos días la alcaldesa ha sido la promesa de Podemos de que no interferirá en la elaboración de las listas para evitar la hecatombe que se prevé en Madrid, cuando uno de los jefes de fila del partido, Iñigo Errejón, se ha decantado hacia la abuela Carmena en lugar de ponerse a disposición del partido. Pero se trata de un flaco servicio a tenor del desprestigio y el estado de disgregación y desmoralización en el que se encuentra actualmente la extrema-izquierda que ni siquiera encuentra en el antifascismo un polo movilizador capaz de recargar sus baterías.


Pero lo que más llama la atención a los barceloneses y lo que constituye una mejor campaña para los partidos antisoberanistas y anti-Colau, es el aspecto que esta mañana registraba la ciudad de Barcelona. Una amiga, desde la distancia me dice: “Hoy solamente debería salir a la calle la gente que tiene algo urgente que realizar”. Y otro: “el centro de la ciudad está paralizado y lleva varios días así”. El mismo editorial de Marius Carol en La Vanguardia, diario que ha pasado de ser el portavoz de la burguesía catalana a una especie de veleta oportunista, reconoce que Barcelona está paralizada y que ni la Generalitat ni el Ayuntamiento han hecho nada, ni tienen el valor de hacerlo, para resolver el problema.


La cuestión es que el “gobierno de la gencat” (por llamarlo de alguna manera) está paralizado: Kim-il-Torra se encuentra en Waterloo conversando con Puigdemont para superar las asperezas que han surgido entre ambos. Básicamente, uno quiere ser el “líder de todos los catalanes” y no solo de su escuálido partido La Crida y el otro quiere protagonizar la negociación con el gobierno central y rentabilizar los réditos que pueda dejar el juicio a los dirigentes presos.


Unos por otros, la basa sin barrer: Barcelona paralizada la Colau pensando qué sexo le toca ejercer hoy, y la gencat, como Napoleón, en Waterloo esperando unos refuerzos que nunca llegarán, mientras la caballería prusiana de Blucher aparece en el horizonte en forma de Tribunal.



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