Las posiciones de Bergoblio en materia de inmigración
resultan lamentables y están presididas por una ingenuidad y una torpeza
difícil conciliables con el dogma de la “infalibilidad papal”. Ahora, el
Vaticano ha publicado un volumen con todas las declaraciones que su jefe ha
realizado sobre la materia. El contenido no puede ser más desolador.
¿Cuál es la posición de la Iglesia ante el drama de la
inmigración y los refugiados? El libro es una publicación del Dicasterio para
la Promoción del Desarrollo Humano Integral desde la Sección para los Migrantes
y Refugiados. Se recogen en total más de 450 discursos y referencias en
audiencias generales en las que ha tratado este aspecto. Bergoglio defiende el “el
enriquecimiento que los inmigrantes suponen en las sociedades”. Reconoce, de
igual manera, que su llegada “suscita desafíos y sufrimientos”, aunque pasa de
soslayo lo que sienten las familias autóctonas que se ven expulsadas, marginadas
y violentadas por el cambio súbito de paisaje de los barrios en los que han
vivido tradicionalmente. Bergoblio cuando alude a “sufrimiento” sólo tiene en
mente el de la inmigración y se niega pertinazmente a que el fenómeno genere perversos
efectos secundarias. Remata su retahíla de afirmaciones temerarias o
simplemente falsas asegurando que “que la historia humana ha estado y está
marcada por exilios y éxodos”… a lo que cabría recordarle que, a lo largo de la
historia, nunca, absolutamente nunca, se han producido tantas migraciones en
tan poco tiempo.
Para Bergoglio, la inmigración está justificada para todos
aquellos que quieren "Encontrar una vida mejor, el deseo profundo de todo
inmigrante desde la Biblia” (¿?) idea que está presente desde el prefacio de la
obra. Bergoglio cita al primer Éxodo, el de Abrahm y su esposa Sara en el
Antiguo Testamento para avalar el que “siempre han existido migraciones”,
añadiendo que, el viaje lo emprendieron ambos seres míticos "con la
esperanza de encontrar una vida mejor para ellos mismos y sus familias". Y
esa actitud es la que ve en todos los inmigrantes cuando salen de sus países,
lo que llama "un deseo profundo que ha movido a millones de inmigrantes
durante los siglos". Al leer este cúmulo de insensateces cogidas con
alfileres y avaladas por textos míticos cabría recordarle que en la misma
Biblia se cita en multitud de ocasiones la incompatibilidad de cultural, se
alerta sobre los “choques entre culturas”, las “guerras étnicas” y los
problemas que genera la inmigración de Israel, en Israel y contra Israel. Lo
triste es que para Bergoglio, la Biblia ha terminado siendo lo que los miles de
páginas de Marx y Lenin son para un maoísta: el extenso campo en el que siempre
se encuentra una frase oportuna para avalar una toma de posición espúrea.
No hay nada que hacer: Bergoglio une la inmigración a la “salvación”. Dice que la historia humana es "la historia de la salvación, y está marcada por itinerarios de varios tipos". Entre ellos, subraya las migraciones, las huidas, los exilios y los éxodos… Esta parte es la que más cojea en sus discursos y se diría que ni siquiera él tiene claro lo que quiere decir: puede intuirse que, sin apoyo a la inmigración masiva, simplemente, no hay “salvación” posible. Nos dice que pensemos en que "El viaje de los migrantes no es siempre una experiencia feliz. Basta pensar en los terribles viajes de las víctimas de la trata"… lo que podría entenderse como la exigencia de que los europeos pagáramos los billetes de primera especial a los inmigrantes que quieran instalarse en Europa y les pusiéramos la alfombra roja desde el momento en que llegan. Cualquier cosa que no sea esto, al parecer, no conduce a la “salvación”.
El resultado de la lectura de estos pensamientos delirantes
-que han sido colocados en lengua italiana en eMule- incitan a la duda de si
Bergoglio sabe exactamente de lo que está hablando, va de oídos o simplemente,
es víctima de una enajenación mental o lo que sería todavía peor, pretende
vender mercancía averiada: esto es, vender a los europeos la necesidad de que
lleguen más y más inmigrantes, hasta desfigurar completamente nuestra identidad…
en lugar de que esos mismos inmigrantes, energías jóvenes, contribuyan a
levantar a sus respectivos países. Sin olvidar que en Europa no atan los perros
con longaniza.
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