> ¿VOX HA CELEBRADO SU CONVENCIÓN NACIONAL EN MADRID? ¡AH, NO! ¡ERA LA DEL PP!


Después de la Convención Nacional del PP celebrada en Madrid, ha surgido la duda sobre lo que piensa realmente este partido de cara a su supervivencia. La Convención, lejos de haber disipado las dudas, las ha acentuado al no definirse Pablo Casado ante ninguna de las cuestiones claves que afronta el partido: la política de alianzas y las relaciones con Vox. Se habló vagamente del “rearmen ideológico”, pero sin prestarle mucho interés a la cuestión. Mucha preocupación suscitó la subida al poder de los socialistas (por errores de Rajoy mucho más que por méritos propios). En el ambiente flotaba un clima de desasosiego por tres motivos: el poder perdido, el deber afrontar a partir de ahora políticas de alianzas si se quiere regresar a la Moncloa y la irrupción de una formación situada “a la derecha de la derecha” que, por todos los medios, se evitó mencionar con nombres y apellidos.

El presidente del Partido Popular (PP), Pablo Casado, subió el tono de sus críticas contra la izquierda y el independentismo en un discurso con el que clausuró la Convención Nacional de la formación: su discurso consistió en una repetición de obviedades y tautologías que generaron poco entusiasmo en una audiencia predispuesta: "Para recuperar nuestro espacio electoral no tenemos que movernos sitio, tenemos que mantener esas raíces hondas, fortalecer el tronco de nuestros principios y abrir las ramas de nuestras ideas para cobijar a cuanta más gente mejor", dijo Casado durante su intervención.

La convención era importante porque el Partido Popular conmemoró los 30 años de su refundación, que supuso el agrupamiento de liberales, conservadores y democristianos en una única formación política, lo que Casado calificó como “un espíritu de unión alrededor de las siglas del PP” y que revindicó como una necesidad actual: "Somos la casa común del centro derecha y reformista liberal al servicio de España", dijo el líder del PP, que abogó por que su partido se ofrezca como "punto de encuentro" para reunir el voto de todos aquellos que se sitúen a la izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

En relación a Vox, sin mencionarla, dijo que "no se puede unir a España desuniendo el voto", añadiendo: "El problema es la desunión de la inmensa mayoría que ama a España, y nosotros tenemos que ofrecernos como el punto de encuentro de esa mayoría". Pero lo importante fue que, a diferencia de otras componentes de la derecha liberal europea, no manifestó ninguna intención de participar en "cordones sanitarios" y "exclusiones tácticas" propuestos por otras formaciones políticas.

Los ataques de Casado al gobierno, dan una pista sobre el papel que aspira a jugar el PP en los próximos meses: cerrar el paso a Vox, asumiendo parte de su discurso y endureciendo las propias posiciones, especialmente en el asunto del independentismo catalán. Seguramente por eso, evitó repetir la argumentación que ha presidido la posición de Rajoy en los últimos años cuando estuvo al frente del gobierno: el tema catalán que se resuelva judicialmente que para eso está la constitución. Casado, en cambio, se acercó a la posición de Vo en esta materia: refiriéndose a los representantes de estas opciones políticas como "enemigos de la nación" y volvió a criticar duramente a Sánchez por apoyarse en ellos para llegar al Gobierno. Aludió también a “liberar a España de la amenaza nacionalista y de la rendición socialista” y acusó a Sánchez "vender a España por un plato de lentejas". Reiteró de nuevo acusaciones al independentismo calificándolo de "peste que inocula veneno bajo la dirección de una banda de fanáticos racistas y supremacistas" que mantiene "secuestrada" a su sociedad.

Adoptó las mismas posiciones de Vox ante la izquierda progresista, imitando incluso el tono: afirmó que la izquierda, sus políticas somete a España a un "intervencionismo orwelliano" que limita la libertad individual con un "afán colectivista" que persigue "el igualitarismo y la mediocridad". Afirmó —en referencia a los intentos por derogar la prisión permanente revisable instaurada por el PP— que "el PSOE y sus aliados quieren que los condenados por delitos monstruosos" como "asesinos, violadores y pederastas" salgan a la calle para reincidir. Y, claro, está, pidió que el Gobierno central active de inmediato el artículo 155 de la Constitución para destituir al Gobierno autonómico en Cataluña y asumir sus competencias "sin límite de tiempo". Propuso reformar el Código Penal para penalizar de forma específica la convocatoria de referéndums y modificar la ley de partidos para ilegalizar partidos que defienden la violencia, algo que en su opinión hacen los independentistas…  

El política exterior, también se aproximó a las posiciones de Vox: criticó que Sánchez no haya sido capaz de aprovechar la coyuntura para conseguir la cosoberanía de Gibraltar y reivindicó la democracia en Nicaragua, Venezuela y Cuba, asunto que centró buena parte de los actos durante la Convención Nacional del PP.

Sobre la memoria histórica, rechazo a la exhumación del dictador Francisco Franco, la sustitución de la Ley de Memoria Histórica por una Ley de Concordia o las distintas referencias a endurecer las políticas de migración y a no permitir que el derecho a la diversidad sea una concesión de privilegios para minorías. 

A la vista de que era preciso introducir un matiz sobre la propia identidad, Casado resumió el espíritu de sus propuestas afirmando que desea "devolver libertad" y "limitar el Gobierno" bajo "los principios del pensamiento liberal conservador".

El discurso y el tono en el que se desarrolló la convención del PP demuestran tres cosas:
  1. el giro a la derecha del Partido Popular que abandona definitivamente el espacio de centro-derecha para convertirse en un partido de derecha liberal fronterizo a un lado con Ciudadanos y a otro con Vox. Esta simetría es lo que justifica el “pacto andaluz”.
  2. la pérdida de identidad del Partido Popular, del que el responsable no es tanto Casado, como Rajoy y especialmente Aznar, el primero por su tolerancia pasiva ante el independentismo y el segundo por “hablar catalán en familia”, esto es, por hacer dado cancha al pujolismo previo al “procés”.
  3. el nivel de confusión estratégica entre un partido que se quería de centro-derecha pero que albergaba, no solamente a la derecha, sino a la derecha radical en su interior y que ahora se arriesga a perder electorado a un lado y a otro, lo que le induce a mantener puentes tendidos (a la vista de la evolución de la situación política europea) con el “populismo”, con la esperanza de reintegrarlo o, en cualquier caso, de constituir un aliado habitual.

El problema con el que se encuentra el actual PP es que, hace solo ocho meses gobernaba y no fue capaz desde el gobierno de la nación de poner en práctica ni un solo punto del programa que ahora enarbola Casado. Ha transcurrido muy poco tiempo como para que las propuestas del PP resulten creíbles para su propio electorado: es más, casi parecía que Vox hubiera iniciado la campaña electoral…

Comentarios